De nada sirve tener en el armario cientos de vestidos, si no vas a tener ocasión de llevarlos.
A las veinti tantos, no se suele tener grandes armarios, y si, grandes ansias de llenarlo sin consciencia. Hay que ser prácticos, hay que distinguir flechazo de verdadero amor cuando se va de compras. Finalmente se le coge cariño a las prendas que nos resultan imprescindibles en nuestro armario.
Lo ideal seria tener los básicos: ropa elegante, deportiva, casual (de todo trote), para el trabajo y para salir de fiesta. Y se empieza a tener estilo propio, cuando se le da un toque característico. Cuando no se tiene mucho, como mejor se puede destacar es con los accesorios: bufandas, guantes, joyeria, gorros, bolsos, carteras, mochilas...
Asi que, haced caso de las abuelas, que siempre os dirán que lo que cuenta es la calidad, no la cantidad.
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